La disciplina positiva es un modelo de educación que se centra en el respeto mutuo, la empatía y la conexión emocional. Este enfoque de la educación infantil es cada vez más popular entre las familias que quieren educar a sus hijos de manera respetuosa y sin castigos. En este artículo, explicaremos lo que es y lo que no es la disciplina positiva, ya que existen muchas creencias erróneas sobre este modelo educativo.
¿Qué no es la disciplina positiva?
En contra de lo que mucha gente cree, criar con disciplina positiva no significa decir sí a todo o no ser firme con los límites. Decir sí a todo lo que el niño propone o hace no es positivo, ni tampoco aplaudir cada cosa que haga o decirle ‘muy bien’ a cada rato. En la disciplina positiva se alienta y se reconoce el esfuerzo que hace el niño, pero centrándose en el proceso, no en el resultado final.
Tampoco significa no poner límites. Mucha gente cree que criar con disciplina positiva significa no poner límites a los niños, pues relacionan el concepto «límite» con el «autoritarismo». Pero nada más lejos de la realidad. Los niños necesitan límites para saber cómo actuar en sociedad y crecer seguros y confiados. Educar sin límites no solo es perjudicial para el desarrollo del niño, sino que denota un estilo de crianza negligente.
¿Qué es la disciplina positiva?
Criar y educar con amabilidad y empatía no significa ser permisivos. La disciplina positiva apuesta por poner límites con respeto, definiéndolos correctamente e involucrando a los niños siempre que sea posible. Es posible poner límites con amabilidad y firmeza al mismo tiempo. La disciplina positiva tiene como objetivo desarrollar el autocontrol y la autodisciplina en los niños.
Tampoco es dejar que el niño haga lo que quiera. La disciplina positiva apuesta por dar libertad a los niños para que crezcan como ciudadanos responsables, experimenten las consecuencias de sus actos y esto les sirva para aprender. Pero este principio no tiene nada que ver con «dejarles hacer lo que quieran» o «abandonarlos a su suerte». Los niños necesitan un adulto firme, amable y respetuoso que les oriente y les enseñe la importancia del respeto.
Otro de los principios básicos de la disciplina positiva es la corrección. Los niños no nacen con las normas sociales aprendidas. Su proceso de aprendizaje es largo y complejo, y en el camino cometerán cientos de errores. Desde la disciplina positiva se contempla el error como una maravillosa forma de aprender. Los errores no hay que ocultarlos ni avergonzar al niño por ellos, pero eso no significa que no deban corregirse. Antes de corregir es necesario conectar con las necesidades emocionales del niño, entender por qué ha actuado como lo ha hecho, y desde esa conexión buscar la forma de solucionar el problema.
Lo más importante es educar desde el respeto y el amor, ofreciendo un ambiente seguro y tranquilo para los niños. Siempre habrá situaciones complicadas, pero es importante tener en cuenta que educar positivamente no es fácil, pero los resultados son muy gratificantes.
Conclusiones
En conclusión, educar con Disciplina Positiva no significa ser permisivos ni dejar que los niños hagan lo que quieran. Es una metodología que se centra en el respeto y la empatía hacia los niños, y que busca fomentar su autonomía y su capacidad de tomar decisiones. Es una forma de educar que requiere de paciencia, constancia y mucho amor, pero que sin duda tiene grandes resultados a largo plazo.
Así que, si eres padre o madre, te animo a que pruebes la Disciplina Positiva y que veas los resultados por ti mismo. Asegúrate de informarte bien sobre esta metodología antes de empezar y recuerda que educar en positivo no es una tarea fácil, pero sin duda es una de las más gratificantes.
¡Te deseamos mucha suerte en tu camino hacia una crianza respetuosa y amorosa!
