¿Sabías que el tacto es el primer sentido que se desarrolla en el vientre materno? El contacto piel con piel entre el neonato y su madre es fundamental para establecer un vínculo especial denominado apego, el cual tiene una gran repercusión en la relación madre-hijo. En este artículo vamos a hablar sobre la importancia del tacto en la relación madre-hijo en nuestra especie y cómo este sentido tiene una gran influencia en la relación entre madre e hijo.
El primer sentido que desarrollamos en el vientre materno
La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y el tacto es el primer sentido que se desarrolla en el vientre materno. Desde el nacimiento, los padres tocan y acarician a sus hijos de manera natural e instintiva. Aunque el ser humano no lama a sus crías como los animales, el acto de lamer en los mamíferos es una forma de estimulación cutánea fundamental para la relación y la supervivencia de la cría.
Beneficios e importancia del tacto en la relación para los neonatos
La investigación ha demostrado que el hecho de que la madre toque y acaricie a sus crías a lo largo de los primeros días de vida supone importantes beneficios para las mismas, como el aumento del peso, incremento de la actividad, mayor valentía y capacidad para enfrentarse a situaciones estresantes. Además, el tacto no solo es importante para los neonatos ya nacidos, sino que también lo es durante la gestación. Un estudio llevado a cabo por el fallecido doctor estadounidense Jack Werboff demostró que si se toca a ratas embarazadas durante el periodo de gestación aumenta la probabilidad de que sus crías nazcan con vida.
El estudio de Harry Harlow
Uno de los estudios más conocidos sobre la importancia del tacto en la relación fue llevado a cabo por el psicólogo estadounidense Harry Harlow en 1958. Harlow separó a macacos Rhesus de sus madres biológicas y les permitió que eligieran dos tipos de madres artificiales. Una de las madres artificiales era de alambre y tenía una tetina con la cual podía alimentar a los pequeños primates. La otra no podía alimentar, pero era de felpa, lo cual resultaba muy acogedor y placentero para el mono. Harlow comprobó que los monitos preferían pasar gran parte del día con la madre sustitutiva de felpa y solo acudían a la de alambre cuando tenían hambre. Concluyó que era más importante para el monito la estimulación táctil que el alimento, ya que “preferían permanecer con las madres que proporcionaban contacto”.
Estrategias para un apego seguro
Como ya hemos mencionado, el tacto es uno de los tres pilares sobre los que se sustenta el apego seguro, junto con la mirada y el tono de voz de la madre. Para tener hijos felices, es importante que los padres aprendan a transmitir a sus hijos seguridad y confianza. Para ello, pueden seguir las siguientes estrategias: establecer rutinas, responder a las necesidades del niño, darles amor y cariño, comunicarse con ellos, estimularlos y proporcionarles un entorno seguro.
Calidad y cantidad del tacto en la relación
Sin embargo, aunque el contacto físico es importante, no se trata solo de cantidad, sino de calidad. Es importante que los padres proporcionen un contacto físico adecuado y apropiado a cada momento, que esté en consonancia con las necesidades y las emociones de sus hijos. Por ejemplo, cuando un niño está triste, puede necesitar un abrazo reconfortante y cálido, mientras que si está enfadado, puede necesitar un contacto más firme y contundente para sentirse seguro.
El tacto es uno de los sentidos más importantes para la relación madre-hijo y para el desarrollo emocional de los niños. Desde el momento del nacimiento, es fundamental permitir el contacto piel con piel entre la madre y el neonato para fomentar el apego seguro. El contacto físico adecuado y apropiado en cada momento es importante para ofrecer a los niños una relación segura y amorosa que les permita desarrollarse de manera saludable y feliz. Por eso, los padres deben estar presentes y atentos a las necesidades de sus hijos y proporcionarles el contacto físico que necesiten en cada momento. Así, podrán construir un vínculo fuerte y duradero que les acompañará a lo largo de toda su vida.
